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Chile

La minera busca compensar los impactos ambientales por sus operaciones varios kilómetros más al norte. El objetivo es recuperar estas 714 hectáreas y su bosque de olivillo, y proteger un ecosistema amenazado y uno de los sitios prioritarios de conservación de biodiversidad en Chile según el ministerio de Medio Ambiente.

Miércoles 08 de Enero de 2014.- El día está nublado y es probable que no se vea la magnitud del proyecto de recuperación del Cerro Santa Inés en Pichidangui. A Pablo Geisse, gerente de medio ambiente de Los Pelambres, le gustaba más la idea de poder meirar en perspectiva estas 714 hectáreas. No sólo porque es uno de los sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad en Chile según el ministerio de Medio Ambiente, sino porque la minera lo compró para desarrollar ahí un proyecto de conservación y transformarlo en santuario de la naturaleza.

Es todavía diciembre de 2013 y, arriba de caballos, salimos a recorrer este lugar frente a la costa de Pichidangui con la intención de llegar hasta el bosque relicto de olivillo, es decir, un bosque que hace mucho tiempo fue abundante y que hoy está confinado a ciertos sectores. En el caso de la IV región, al parque Fray Jorge y a 190 hectáreas en el cerro Santa Inés. Y es precisamente esta vegetación endémica la que hace tan singular a este cerro y tan urgente la necesidad de protegerlo.

La decisión de Los Pelambres, además del propio interés por la conservación, se debe al plan de compensaciones ambientales por sus operaciones mineras y los impactos que ellas suponen varios kilómetros más al norte. “El sistema reconoce que la protección de la biodiversidad no es un tema regional. Siempre hay una preferencia de hacerlo cerca del lugar, pero cuando hay cosas de tan alto valor como esto, que más encima está súper cerca, porque el puerto por donde sacamos el concentrado está en Los Vilos, y Pichidangui está dentro del área de nuestra influencia, el sistema lo valora y lo reconoce” sigue Geisse, en una conversación que se produce ya en la cima de este cerro de 689 metros de altura.

Tras pasar la niebla y el bosque, arriba se yerguen numerosas antenas de empresas de telecomunicaciones. Tema que está en estudio ahora que la minera, de la mano de especialistas, está catastrando el lugar y evalúa las acciones a seguir para convertirlo en un santuario de la naturaleza.

“Nos vamos a demorar en hacer la línea base y el plan de manejo, pero ese plan lo vamos a hacer junto con Conaf, con la comunidad, también con la comunidad científica, con el ministerio de Medio Ambiente, y cuando esté funcionando el servicio de Biodiversidad, también va a ser incorporado”, sigue el gerente.

Además de los estudios, está pendiente la figura legal con que se preservará al Santa Inés a perpetuidad. “Aparte de adquirir la propiedad superficial, adquirimos la propiedad subterránea, porque es constituir una propiedad minera, pero lo hicimos, precisamente, para evitar que haya actividad minera. La disposición es encontrar una figura de protección legal. Tenemos una declaración de impacto ambiental en donde nos vamos a comprometer a protegerlo, mientras esté minera Los Pelambres funcionando. Lo cual ya es una figura de protección oficial, pero estamos pensando junto con la autoridad, una fórmula para que la protección sea a perpetuidad. Tenemos declaraciones de Santuarios de la Naturaleza hechas, como la de la laguna Conchalí y otras que están en curso, como La Quebrada de Llau LLau, Las Palmas en Monte Aranda, y es una figura que estamos abiertos a hacer: Santuario de la Naturaleza, que te asegura la perpetuidad de la protección”.

Entre las organizaciones que participarán del proceso está la ONG Wildlife Conservation Society (WCS), que ya apoya a la minera en la recuperación del humedal y sitio Ramsar Conchalí. “Lo que nosotros vamos a hacer como WCS es aportar al desarrollo estratégico para el manejo de esta zona. Vamos a hacer los lineamientos generales del plan de conservación del área. Gestión de la biodiversidad. Control de las amenazas que están ahí, como los incendios, gestionar el área para uso público, promover investigación, de manera que se releve su valor, sin amenazar su biodiversidad”, explica Bárbara Saavedra, directora ejecutiva de WCS en Chile.

En opinión de la ecóloga, “toda la parte central y norte del país, está llena de lugares de los que alguien tiene que hacerse responsable de su conservación, porque el Estado no es capaz de hacerlo. Y que ellos tengan la propiedad y hayan autodeterminado que la van a ocupar para conservación, eso ya es excelente”.

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